Cuando duermo viajo a mi otra vida,
latente, cierta como la realidad misma. En ocasiones, llego desde otro sueño,
de alguno de poca importancia en donde estoy en carácter de prólogo, y de allí
paso al sueño central en donde creo estar en una vida paralela.
Llego siempre a un lugar, una pequeña
aldea de no más de un par de docenas de personas, y siempre lo hago en un
momento especial.
Ellos me hacen sentir bien, siento que me
quieren. Ese lugar no es el sitio donde nací ni donde me crié sino un lugar en
el que yo tengo una vida, desarrollo una tarea, soy alguien. Justamente ese
hombre que siempre quise ser.
La gente allí me recibe como si nunca me
hubiera ido. Me ven y enseguida me hacen sentir la necesidad imperiosa de
quedarme y de que tengo mucho que hacer allí.
Casi siempre llego de tarde, casi entrada
la noche. Así fue que una vez llegué y un pequeño grupo estaba tratando de
terminar de colocar un techo de madera a una choza. Era un ranchito para una
anciana.
Es grupo se veía preocupado por terminar
ya que se les venía la noche.
Uno de ellos se enderezo fatigado y
llamándome por mi nombre me solicito ayuda en una forma muy cordial y amigable.
Me sorprendió tanta confianza pero me sentí muy bien. Mientras les ayudaba vi
en la semi penumbra de la casi-choza a la anciana sentada en una vieja silla y
murmuraba algo mirándome fijamente a la vez que con su flaco índice picoteaba
la falda sobre su pierna como diciéndome “quédate”.
Como era todo un sueño, de repente estoy
caminando por un sendero hacia el alba, escoltado por el grupo de trabajo que
me despiden sudorosos y tristes.
Uno de ellos me pregunta con voz queda:
“…cuando volverás?...” siento mi propia respiración, trato de responderle, la
imagen se esfuma, siento angustia y… si! Me quiero quedar!...quiero expresarlo,
quiero quedarme y me termino de despertar al pronunciar la palabra: “si…!”
Me quedo en la misma posición a ver si
puedo volver a dormirme, lo logro y vuelvo a ver el bulto del grupo que me
acompaño alejándose y les grito:”espérenme!”…pero ya no me oyen. Lloro de
rodillas, como un niño, con desesperación, me inclino en mi llanto hasta tocar
con mi cara el pasto ya húmedo por el rocío y mojado por mis lágrimas.
Ahora sí, me despierto con el rostro
bañado en lagrimas… y me pongo a escribir este, mi sueño recurrente de toda mi
vida, es decir, de la otra vida, aquella que vivo en forma feliz siendo lo que
realmente soy, sin inhibiciones y sin miedos.
En esa, mi otra vida, soy lo que siempre
quise ser, un hombre útil y querido por los demás. Viviendo como siempre lo
desee y haciendo lo que siempre quise hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario